Elisa y Marina se conocían de la UBA y habían ido juntas a un encuentro de antropologos en Tucumán. Estuvieron 15 días parando en el centro. Un día antes de volver, a Elisa se le ocurrió viajar a un pueblo cercano donde tenía unos tíos, entonces preguntaron en un kiosco dónde quedaba la estación. El tipo del kiosco les dijo: “ahi a dos cuadras está la estación, pero te sale más barato viajar en el remís de allá”. Fueron a preguntar, y hablaron con un gordo que tenía un almacén. Les salía más barato, pero en el auto iban a ir atrás tres hombres y ellas dos sentadas en el asiento de adelante. A ellas les pareció bastante raro, pero dijeron “bueno vamos a buscar las cosas a la estación”. Cuando llegaron a la estación sacaron los pasajes, y el gordo las fue a buscar. “chicas, van a venir? las estamos esperando”. El boletero vió todo, y les pidió que no vayan, que se queden en la estación, porque todas las mujeres que se iban con ese gordo no volvían nunca más.
En un bar de ruta 9 donde paran los motoqueros del oeste, una vez el gordo puto y el pelado se quisieron besar, pero solo para probar. sus amigos les decían que no “después te vas a terminar arrepintiendo, amigo” y se fundamentaban con metáforas de grados de nafta y aceites de motor. pero ellos querían probar. primero se acercaron, se olieron las barbas. la del gordo puto estaba limpia pero la del pelado tenía restos de comida. la barba del pelado se enganchó en una tacha de la campera de cuero del gordo, y quedó atascado. todos se les empezaron a cagar de risa, los aplaudíeron y les cantaron cosas, el pelado estaba bastante borracho y se puso furioso. tiró una botella al techo, tomó un vidrio y se lo clavó en la pierna al gordo puto. el gordo puto se levantó como una bestia peluda de 200 kilos y se avalanzó sobre él, lo tiró al piso y le pegó dos trompadas. el pelado le partió una botella en la cabeza. quisimos separarlos, pero no pudimos. el gordo puto lo levantó del piso y le...
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